domingo, 26 de septiembre de 2010

Bleeding For Love


Él jamás pensó caer en las redes de cúpido. Ella sólo lo anhelaba como una fantasia pero un loco y suspicaz sentimiento llamado amor floreció entre ellos, dejando una huella inborrable en sus vidas.

BY: Liz19forever
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Post Epílogo

Good Bye my Lover

— ¿ Bella?

Balbucee y no podía creer que ella estuviera aparada allí, frente a mí. Era como un sueño, un sueño irreal. Se veía preciosa, su vientre abultado, sus mejillas rosas, sus ojos con el brillo propio de una mujer embarazada.

Me levanté de la cama y camine sin dudarlo hasta donde se encontraba. Era de noche, una fría noche de invierno. Cuando llegue frente a ella no me contuve y la estreche entre mis brazos, sentí el bulto entre nuestros cuerpos. Su piel tibia me acariciaba.

— Edward

Musitó en un susurró apenas audible y mi corazón dio un vuelco de alegría. Por primera vez desde aquel día en el hospital cuando había decidido no desconectarla me sentía feliz.

Cuando dije que su muerte me destruiría así fue, a pesar de saber que su cuerpo inerte seguía con vida y que "daba" vida a otro ser. Aún así yo sentía que moría a cada instante, con cada respiro. Era una eterna agonía verla "dormir"

Su cuerpo quiso separarse del mío pero lo impedí. La abracé con más fuerza, cruce mis brazos fieramente como dos garfios reteniendo a su presa.

Lentamente y sin que quisiera las lágrimas que había contenido comenzaron a fluir. Una a una, lentamente nublaron mi visión y cayeron por mis mejillas. Podía sentir la humedad en todo mi rostro pero no me importo.

No pretendía que me viera entero, porque no era así. Hoy era un hombre sin vida, hasta hacía exactamente dos minutos yo era el esposo de un cuerpo que yacía inerte, solo mantenida por una maquina cuyo único propósito era traer a una nueva vida a este mundo.

¿Cómo esperaba que no me destruyera al verla parada, viva y bien?

— Mi amor

Insistió y su cuerpo ahora parecía más fuerte. Tuve que luchar para mantenerme en aquella posición.

— No… quiero… no quiero separarme de ti

Exclamé cerca de la base de su cuello. La besé con la intensión de intoxicarme de aquel perfume de su piel. Una que extrañaba con demasía. En ese minuto sentí un pequeño golpe en la parte baja de mi vientre, a la altura del vientre de ella, justo donde el pequeño bulto nos separaba. Accedí, lentamente deje mi eterno abrazo pero sin soltarla por completo. Aún permanecía atado a su cuerpo sujetando sus manos. Su rostro era sereno, tranquilo y hasta ilusionado.

— Pensé que nunca más despertarías. Pensé… yo pensé…

— ¿Qué moriría? —preguntó completando la frase. Asentí.

— Te dije que viviría para siempre y por siempre junto a ti —fue su respuesta.

Sus ojos chocolates se llenaron de pronto de un amor demasiado profundo. Una mirada que jamás me había dado. Un escalofrío recorrió mi cuerpo entonces. Tomó una de mis manos y la posó en su vientre.

— Ahora y por siempre —exclamó y sentí lo que jamás pensé sentir.

Una patada, fue como si debajo de su piel algo duro pero a la vez suave se levantará. Incluso —sabiendo que no podía ser —me imaginé la mano de mi hijo tratando de tocar la mía. Enmudecí.

— Esto no es real ¿Verdad? —le pregunté pero sus labios seguían dibujando esa sonrisa tan maravillosa. No contestó.

— Estoy soñándolo… ¿Tu en verdad no estas aquí? —le pregunté mirando el resto de mi habitación —nuestra pero que desde hacía un tiempo solo tenía un morador —en ese minuto sentí como, su otra mano, me sujetaba la barbilla haciendo que mi rostro se volviera hacía ella.

— Te amo no lo olvides nunca —balbuceó y sus labios tibios y húmedos se posaron en los míos. No pude evitar corresponder a ese beso tan necesitado. Hoy se cumplirían casi ocho meses desde que había probado por última vez la calidez de su boca.

Perdí la noción del tiempo y del espacio al sentir el sabor de su saliva tibia. Su lengua delicada y sedosa se trenzo con la mía en ese ritual que tan desesperadamente necesitaba. La amaba incluso más que antes, era una sensación extraña y este tiempo sin ella, sin su sonrisa, sin su compañía, sin su piel estaba consumiéndome por dentro.

Era un cuerpo sin vida, como el de ella. Yo vivía porque tenía que vivir, porque era demasiado cobarde para hacer algo distinto a seguir en silencio esta agonía. Cada día volvía a aquel cuarto y pasaba horas contemplándola. Contemplando como el milagro de la vida se habría paso a través de otro que la perdía.

Seguí consumiendo mi egoísmo por tenerla. La besé desesperado como si esa vez fuera la ultima. Tan inmerso estaba en aquel beso y en aquel momento que el dolor fue como secundario. Era como un malestar, algo que estaba lejos pero allí.

Persistente, demasiado persistente como para obviarlo pero yo quería quedarme en aquella sensación que extrañaba. Que creí perdida pero que hoy recuperaba.

Sus labios dejaron de besarme entonces la contemplé.

— Viviré por siempre

Anunció poniendo su mano en mi pecho

— Mientras esté aquí… y aquí —ahora puso su mano sobre la mía que aún reposaba en su vientre.

— ¿Edward?

Mi nombre se sentía tan extraño dicho por alguien más que no fuera ella. Me giré.

— ¿Estás bien? —me preguntó mi hermana y sus ojos verdes tan verdes como los míos se encontraron. Su mirada era de cautela pero también de desconcierto.

Al principio no entendí cual era la preocupación pero luego al sentir como su cuerpo luchaba con algo entendí.

— Te vas a hacer daño —sentí como jaló algo de entre mis dedos. Allí me percaté que tenía entre mis manos el pijama de Bella, lo tenía sujetado con tanta fuerza que mis dedos estaban casi enterrados en la piel de la palma.

¡Todo había sido un sueño!

¡Ella aún seguía sin vida en aquel hospital!

¡Yo aún seguía solo esperando que mi vida se consumiera al igual que la de ella!

¡Todo era tan injusto!

La mueca de dolor no se dejó esperar y esta vez, al igual que durante todos estos largos meses, me largue a llorar sin control.

Rose se acercó y me abrazó al igual que todas los días y todas las noches pero no había consuelo. No hasta que sucedieran dos cosas: O que ella despertara y fuéramos una familia feliz o que yo finalmente muriera junto a ella.

Sumido en ese llanto desesperanzado. Sentí que sonó el teléfono. Un ring, dos ring, tres ring, al quinto mi hermana me soltó y contestó.

— ¿Ahora? —Preguntó bajito — No se sí… —agregó bajando aún más la voz. Enloquecí.

— ¡¿Qué sucede? —pregunté. Rose me miró en pánico. Trató de alejarse de mí pero el cordón del teléfono no era muy largo, me levanté de la cama pensando lo peor o tal vez lo mejor. Sí esa llamada era para decirme que ella había muerto entonces yo por fin podría descansar porque moriría con ella. Le tomé el teléfono.

— ¿Quién habla? —pregunté descontrolado

— Calma hijo soy yo —y la voz de mi madre era serena pero consternada

— Es ella verdad… ella… ella… —tomé aire y de mi mente comenzó a pensar erráticamente apenas podía controlarme — ella… ella.. —y la palabra simplemente no salía.

— Tu hija nació… me acaban de llamar del hospital… Bella ha dado a luz —y mis ojos se abrieron ante tamaña noticia.

— ¿Ella despertó? —la esperanzan embargó mi mente. Sí ella había dado a luz era porque había despertado sino ¿Cómo?

Mi madre guardó silencio.

— ¿Mamá? —insistí

— No… no ha despertado… Edward… ¿Acaso no lo recuerdas? —me preguntó con tristeza.

Entonces fue como si mi vida retrocediera. Era como si estos últimos ocho meses los hubiera pasado muerto en vida y retrocedí hasta el día en que finalmente decliné de firmar la desconexión de las maquinas y permití que nuestro hijo creciera.

¿Puede… crecer? —pregunté con un hilo de voz al grupo de médicos que ahora estaba frente a mí.

¿Aunque ella este…?

¿En coma? —y la frase la completó el Dr. Volturis, quién a esta parte parecía ser mi único aliado o mejor dicho el único que no me miraba con cierta aprehensión — Sí —confirmó con alegría y tristeza.

Guardé silencio hasta que me arme de valor para preguntar lo que a todas luces había sido mi primer cuestionamiento.

¿Cómo… —no finalicé la pregunta puesto que otro médico me la adivinó.

Será por cesárea, la planificaremos un poco antes del término —y todo esto me parecía tan macabro pero al mirar su rostro y al recordar las frases de aquella carta.

¡Yo quiero vivir! ¡Por ti, por mí… por nuestro hijo!

No podía desconectarla y matar algo que ella quería… que en cierta manera era nuestro. Era lo único que me quedaría de ella. El único recuerdo que yo podría tener de nuestro amor.

Le corté. Deje el teléfono en su sitió y me quede contemplándolo en silencio. Yo tenía una hija, una hija de ella. Una hija de ambos.

— Bella… se llamará Bella

Grité y salí como un lunático de mi pieza. Mi hermana me siguió de cerca. Apenas pudo subirse al auto antes que yo partiera sin deseos de esperarla siquiera.

— Por qué mejor no volvemos a la casa… puedes ir a verla mañana… ¡Edward cuidado! —gritó al ver qué pasaba con luz roja.

— La quiero ver ahora —le respondí y me arriesgaba a que no me dejarán pasar. Después de todo era tarde pero aún así fui.

No recuerdo bien donde estacioné. Me bajé del auto sin ponerle alarma. Rose me seguía de cerca. Sabía perfectamente donde estaba la habitación de Bella. Pasaba horas y días enteros sentados allí frente a ella. Sin embargó algo, en esta inmensa locura, me hizo intuir que mi hija no estaría con ella.

Un guardia salio de pronto de una habitación.

— Mi hija... nació… —balbuceé. El hombre me miró raro y miró a mi hermana.

— Neonatología esta en el quinto piso pero no son… —no lo dejé hablar porque literalmente corrí por las escaleras de servicio.

— ¡Edward! Podrías… —le sentí decir a Rose que trataba de alcanzarme por estás.

La ignoré… no me dí cuenta cuando ya estaba abriendo la puerta del quinto piso para entrar al pasillo. Mire a todos lados, solo había habitaciones lo que me estaba desesperando.

Finalmente y cuando pensé que tendría que resignarme divisé a otros "nuevos padres" agolpados en una pared. Caminé hacía allí vacilante.

Se supone que este día debía ser el más feliz de mi vida pero por alguna extraña razón no lo era. No sentía esa alegría que reflejaban los otros. Sus rostros estaban prácticamente distorsionados por la sonrisa embobada que daban mirando detrás del cristal. En cambio mis labios estaban juntos en una fría línea.

Habían varias cunas — todas llenas —y mientras observaba los rostros de aquellos niños me pregunté ¿Por qué no podía reconocer a la mía?

No notaba el parecido con ninguna. Mis ojos se deslizaban frenéticos de cuna en cuna y no podía ubicar a mi hija.

Un sentimiento de desesperación comenzó a invadirme, en ese minuto balbuceé algo al aire.

— ¿Por qué no puedo reconocerla? ¿Cuál de todas es? —y el pánico traspasaban mi palabras.

Entonces el hombre —probablemente de mi edad —que estaba a un lado, sosteniendo una cámara fotográfica se giró para hablarme.

— Tranquilo… yo tampoco pude saber cual de todas es… incluso me equivoque… pero es fácil, en las cunas esta tú apellido —y apuntó con su dedo hacía la cuna de su hijo Stevenson

Entonces mí vista ahora buscó y de manera demasiado asertiva detrás de todas aquellas primeras cunas le vi: Cullen. Era la tercera de la segunda fila.

La sonrisa se esculpió a fuego en mi rostro de solo ver aquel cuerpo pequeño y totalmente desprotegido entre las colchas. Estaba vestida como el resto, era una especie de buzo gigantesco que la cubría —obviamente rosa —y un gorro a juego que cubría su diminuta cabeza. Se estaba chupando la mano pero estaba completamente ajena a todo.

— Bella —murmuró Rose sonriendo a mi lado. Por primera vez sentí una envidia desproporcionada para con mi hermana. Yo había tardado minutos —escasos eso sí pero minutos al fin—en dar con mi Bella y ella en cambio, la reconocía automático.

La miré con cierta furia. Ella me miró confundida pero me ignoró. Estaba claro quién era la protagonista ahora. Volví mi vista al cristal y me perdí en aquella diminuta personita frente a mí. De pronto mi vida comenzó a tener un significado, la oscuridad se disipó —tal vez no por completo —pero ya no era un negro profundo, ahora era un gris.

Me quede allí contemplándola. Estaba con la mano pegada al cristal.

— Gracias —balbucee a mi otra Bella. Entonces me giré dándole la espalda al cristal.

Rose se distrajo y cuando se percató que me acercaba al ascensor me acompañó.

— Tengo que verla —le dije y mi corazón otra vez se nubló.

Bajamos en silencio hasta el tercer piso. Caminé el pasillo lentamente, extrañamente ya no tenía prisa por llegar, y cuando dí con la habitación cavilé.

— No es necesario que entres ahora —me dijo mi hermana — Puedes verla después —agregó.

— Lo sé pero… —dije notablemente más resignado que antes. Extrañamente mi resolución por desaparecer con ella se había disipado por completo provocándome una cierta angustia.

— Nadie esta pidiendo que tomes una decisión ahora… Edward… tu mismo dijiste que ella viviría hasta que quisiera vivir… y al parecer Bella aún quiere vivir

— ¿Llamas a esto vida? —le dije encarando su mirada.

Entonces sentimos unos pasos presurosos. Giré mi vista y eran mis padres. Mi madre se abalanzó hasta mí y me abrazo. La expresión de mi padre me lo dijo todo, su seño fruncido se relajó al ver que estaba "bien" y no podía culparlo. Ver a un hijo destrozado, acabado, incapaz de siquiera salir a la calle sin ponerse a llorar amargamente no era un espectáculo demasiado agradable.

— Se llamará Bella —le dije a mi madre cuando finalmente me soltó. Sonrió.

— Es hermoso —me dijo con optimismo.

— La darán de alta mañana por la tarde…

— ¿Tan pronto? —pregunté interrumpiéndola.

— En condiciones normales los bebés demoran por la ma… —su voz se acalló.

— No tengo cuna —fue todo lo que observé recordando que mi casa era un desorden. Por supuesto no había comprado nada durante todos estos meses. Me había mantenido al margen de cualquier posibilidad de disfrutar "la espera" porque ella era incapaz de aquello.

— No importa… tenemos una en casa… podemos usar esa mientras… de todas maneras pienso que podrías volver a dormir en tu viejo cuarto… aunque…

— No —y al parecer lo dije muy alto porque atraje la atención de unas enfermeras.

Mi familia me miró desconcertada.

— Nosotros tenemos nuestra casa —y me sorprendí al utilizar tan pronto un plural.

— Lo sé pero no crees que sería mejor que… Bella necesitará demasiada atención… —y trató de hacerlo sutil.

¡Claro que necesitaría atención! ¡No tenía a su madre! ¡Era una recién nacida! y tenía a un padre un tanto perturbado pero… no iba a permitir que me robaran a mi hija con el pretexto de ayudarme.

— Siempre serás bienvenida en la habitación de huéspedes —anuncié.

Bajo la mirada inquisidora de mi suegra y mi madre finalmente me llevé a mi Bella a casa. No fue de buenas a primeras pero como legalmente yo tenía la custodia no pudieron hacer nada. Aunque las visitas se intensificaron a tal punto que comenzaron a asfixiarme y otra vez tuve que lidiar con el tema de la paciencia.

Hoy se cumpliría un año desde que Bella — mi esposa —se había sumido en un sueño profundo del que, al parecer, aún no quería despertar. Su cuerpo difícilmente resistía pero para sorpresa no solo mía sino de todos desistía de morir.

Faltaban escasos minutos para que dieran las doce de la noche y yo aún permanecía en aquella habitación con nuestra Bella. Era tan hermosa como su madre. Estaba así inmerso jugando con ella que no sentí la alarma sino hasta que sonó persistentemente.

Los médicos entraron y me quede congelado. Allí con nuestra hija en los brazos a un costado de la habitación. Mi corazón se aceleró y pareció que nadie advirtió la presencia de nosotros —lo que me pareció lógico —puesto que ella Bella quién necesitaba ayuda.

— Mira primero si tiene orden de no resucitación —le anunció la enfermera a quién supuse debía ser su aprendiz. La chica asintió y busco por algo que no había.

Jamás había firmado aquel papel. Esta vez iba a mantener su deseo y sería ella quién comandaría la decisión. Abracé a nuestra pequeña observando impávido la escena. Como si presintiera, nuestra hija se revolvió y tendió a querer llorar, pero ahogue su intento meciéndola entre mis brazos. Le besé la frente sin quitarle la vista de encima a su madre.

La chica le mostró la ficha a la enfermera y esta asintió al resto para que practicarán la resucitación.

Justo cuando fueron las doce de la noche, el corazón de Bella se detuvo. La línea en el monitor se hizo recta y persistente. No pude evitar que mis ojos se llenarán de lágrimas pero en ese mismo instante en que dimensioné que, probablemente el único amor de vida, ya no existía, no desee acompañarla.

Sí tu mueres… moriría contigo

Aquellas palabras hicieron ecos de agonía. Cuando las dije fueron ciertas, en toda la expresión de la palabra durante ocho meses yo moría junto a ella. A cada minuto, a cada segundo, con cada respiro yo me consumía junto a ella. Pero hoy, por el contrario, algo en lo más profundo de mí ser me decía que ella estaba conmigo.

Pestañeé cuando el médico declaró su muerte oficial. Este me miró y me acerque a la cama. El rostro era el mismo, parecía dormida. No había un dejo de angustia o sufrimiento en sus facciones. Era como si estuviera en paz.

La enfermera apagó el monitor y luego de quitarle el censor de su dedo índice, al igual que el resto de personas, se fue dejándonos solo.

Éramos dos cuando comenzamos esta aventura. Hoy a las puertas del final paradójicamente volvíamos a ser dos pero sin duda ella estaría siempre con nosotros. Ella viviría por siempre jamás en nuestros corazones.

Bleeding For Love


Él jamás pensó caer en las redes de cúpido. Ella sólo lo anhelaba como una fantasia pero un loco y suspicaz sentimiento llamado amor floreció entre ellos, dejando una huella inborrable en sus vidas.

BY: Liz19forever
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Epílogo:

I wanna live for you

Estaba sentado en un rincón de su habitación, con mis manos apoyadas en mis rodillas, contemplandola, contemplando su cama, contemplando a mi esposa. El ruido de las maquinas eran las únicas pruebas que ella estaba viva. Sabía que estaba actuando egoísta, que incluso estaba dañando a mis seres queridos con mi actitud pero ¿Cómo uno enfrenta algo así? me pregunté y tenía claro que de mi decisión pendía no solo la vida de ella, sino la vida de ese pequeño ser que crecía en su vientre a cada hora, a cada minuto que pasaba.

¿Tendrías hijos?

No

Un minuto de silencio por la humanidad

¿De qué hablas?

Acabas de privar a las futuras generaciones de mujeres de muchos orgasmos mentales e histerias colectivas

Recordar esa conversación me provoco una risa mezclada con llanto. Apreté entre mis manos la carta que ella me había dejado y que Alice me había entregado.

Ten

¿Qué es esto?

Es para ti — me dijo y la miré — Es una carta de ella — explicó saliendo de la habitación. Habían pasado dos días desde que Bella había entrado en coma profundo.

¿Fuiste adicta?

¿Importaría eso?

Realmente no, claro que cuando quieras contribuir a la humanidad habrá que considerarlo

— ¡Maldición! — grité entre dientes apretando aún más el papel entre mis manos, a tal punto que estaba arrugado. No lo había leído, de hecho estaba tal cual, en su sobre, Alice lo había entregado. — No quiero leerlo — le dije en voz alta mirándola — Quiero escucharlo de tus labios, quiero escucharte a ti — grité desde mi posición. Pero solo obtuve un silencio en respuesta, el mismo silencio que había estado obteniendo durante todo el mes. Abrí el sobre, y saque el papel, lo estiré y comencé a leerlo.

No planee que sucediera si eso estás pensando pero creo que hicimos bastantes meritos para conseguirlo — era su primera frase y me reí.

Casarme y tener hijos no estaba dentro de mis prioridades pero heme aquí escribiendo una carta para quien es mi esposo; El hombre sueña y planea pero es Dios quién dispone y si estás leyendo esto es porque fue él quien tomó la ventaja esta vez — leí y me embargó la rabia.

Quiero que sepas que hace dos días confirmé que estaba embarazada y mi sorpresa fue mayúscula, no diré que no se cómo paso, porque recuerdo cada minuto, cada segundo de dicha hazaña. Solo diré a mi favor que no olvide la pastilla como estas pensando, esto fue obra del destino (ovulé dos veces en el mes, ¿sorprendido?, lo sé puedo coincidir contigo por primera vez y de manera oficial: soy ¡increíble!)— solté una risa y era increíble realmente increíble y la extrañaba con desesperación. Su ausencia estaba consumiéndome.

La verdad no sé si leerás esto cuando aún no haya nacido nuestro hijo o hija o tal vez lo leas cuando ya nació, eso depende de las posibilidades que le dije a Alice.

El motivo de esta carta es decirte que apenas supe que estaba embarazada, algo en mi interior cambio, es difícil de explicar, es difícil de sentir, en realidad no estoy segura pero quiero que sepas que he cambiado de opinión, quiero vivir Edward, quiero vivir por nuestro hijo, no sé si este cambio de actitud o de voluntad este aún a tiempo y espero de todo corazón que jamás leas esta carta (la recuperaré si eventualmente soy yo la que tomó la ventaja) pero si no y ya no estoy allí quiero que sepas que desde el minuto que supe que estaba esperando un hijo tuyo quise vivir y me arrepentí enormemente de haber sido tan ciega, tan egoísta, me arrepiento de no haberte escuchado. Supongo que todos pagamos nuestros errores, solo espero que mi precio no sea demasiado alto — lo fue mi amor, y no solo para ti, musité mientras veía como una lágrima caía sobre el papel y borraba en parte las letras que contenían esté, las palabras que ella había escrito para mí.

Te amo y amo a este pequeño ser que crece en mí y viviré, viviré para traerlo al mundo, viviré para ti por siempre y para siempre porque nuestro hijo es parte de mí. Sé que suena cursi y jamás pensé decirlo pero yo vivo en él — se me encogió el corazón.

Te amo y espero que siempre me recuerdes, te he dejado el mejor regalo que alguien puede recibir y de paso he contribuido a la humanidad (jamás me hubiera perdonado privar a la gente de histerias colectivas y orgasmos mentales) — una sonrisa se esbozó en mis labios, yo tampoco mi amor coincidí.

Tu fan favorita; tu amante de media noche y tú esposa por siempre

Bella

— Por eso no quería venir aquella noche al hospital —interrumpió la voz de Jessica acercándose a mí sacándome de mis pensamientos.

— ¿Lo sabías? — le pregunté

— Lo supe después, Alice me lo contó — agregó — ¿Qué has decidido? — preguntó y esta vez no oculte mis lágrimas, encaré su mirada cerrando el pedazo de papel entre mis manos.

— Vivirá hasta donde ella quiera vivir — contesté.

Bleeding For Love


Él jamás pensó caer en las redes de cúpido. Ella sólo lo anhelaba como una fantasia pero un loco y suspicaz sentimiento llamado amor floreció entre ellos, dejando una huella inborrable en sus vidas.

BY: Liz19forever
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Capítulo Final

Already Gone

Verla bajar por las escaleras de aquel lugar fue impresionante, como un golpe bajo que me dejo sin aliento, estaba fundada en un vestido blanco ajustado que destacaba sus curvas de manera sutil pero exquisita, no necesitaba estar cerca de ella para percibir como su cuerpo temblaba producto de los nervios, no era la única, tomé aire y traté de hacerlo despacio, de pronto sentí mis mejillas arder pero no me importó estar sonrojado frente a tantas personas.

Mis labios se abrieron formando una sonrisa perfecta mientras la veía caminar por el pasillo dispuesto para este ritual tan viejo, sus pasos eran temerosos pero a la vez seguros, sus ojos estaban fijos en mí y por primera vez quise tener el poder de leer lo que Bella estaba pensando en ese preciso momento. Sus labios pintados de un carmesí tenue estaban estirados también en una sonrisa nerviosa, sus ojos brillaban y contrario a lo que ella misma un día había dicho estaba a punto de llorar.

Podía ver como su pecho se contraía un poco más alterado de lo normal y era increíble que me fijara en tanto detalle, aún no entendía como podía tener cabeza para concentrarme en algo más aparte de no olvidar respirar. Pasé saliva instintivamente cuando finalmente llegó a mi lado, en realidad, nunca supe que debía hacerse en esta clase de ceremonias, no habíamos ensayado, ni siquiera había preguntado pero por alguna extraña razón lo sabía. Alce la mano como si conociera los pasos y tomé su mano entre las mías. Estaban frías y temblorosas. Entrelace mis dedos y envolví su pequeña y frágil mano con la mía, protegiéndola.

Nos quedamos mirándonos por un breve momento y cuando la voz del oficial se escucho nos giramos para encararlo. Había un silencio solemne solo interrumpido por sus palabras, y aunque no escuche mayor parte de su discurso capto toda mi atención y expectación cuando hizo la pregunta de rigor. Una corriente eléctrica recorrió mi cuerpo al escucharla dar el sí de manera firme y decidida, mi corazón brinco en gusto y con esa misma excitación provocada por su aceptación di la mía.

Era irreal jamás me había planteado casarme con alguien, lo veía extrañamente lejano sin embargo en ese minuto todo me pareció tan correcto como si esto hubiera estado destinado a pasar.

Nos besamos frente a la multitud y se sintieron los grititos de rigor, oficialmente ella era mía para siempre.

Recordar ese día me hizo olvidar en parte mi angustia. El ambiente era frío, extrañamente más frío de lo normal. Suspiré apoyando mi espalda contra el respaldo de la silla, cerré mis ojos por un momento en un intento de acallar mis temores, debía ser fuerte por mí, por su familia, por la mía, por ella. Apoye mis codos sobre mis piernas y mis manos en mi mentón sosteniendo el peso de mi cabeza, mi vista se concentró en el piso de aquel pasillo de hospital. Era completamente blanco, frente a mí pasaban distraídos y apresurados los pies de medio centenar de personas, las voces se confundían entre enfermeras, médicos y familiares de pacientes que como yo que esperaban noticias.

Para cuando alce mi mirada tenía absolutamente memorizada la cantidad de azulejos que componían el piso de esa parte de la sala de espera. Los minutos se me hacían eternos y las horas parecían no pasar, incluso llegue a pensar que era un capricho del destino que sintiera que el tiempo no avanzaba, que se había congelado desde que ella había entrado a ese pabellón.

La voz de mi hermana me distrajo y me saco de mis cavilaciones, sentí como su cuerpo se sentó a mi lado y solo fui conciente de lo que la había motivado a acercarse cuando sentí el fuerte olor a café emanar del vaso que puso frente a mis narices.

— Ten —dijo extendiendo al vaso hacía mi cuerpo, lo tomé entre mis dedos — no sabía si querías algo más —se disculpo cuando me paso el delgado palito para revolverlo.

— No tengo hambre gracias —exclamé tomando un sorbo y lo hice para evitar que comenzara la reprimenda, en verdad no quería escuchar regaños de parte de nadie, solo había una cosa que deseaba con fervor y era escuchar del Dr. Volturis dos simples palabras: Esta a salvo; quería escuchar que ella estaba bien, que mi esposa estaba bien.

Jamás había visto esa mirada aterradora en ella, apenas se sintió la tradicional música sus ojos marrones se clavaron en los míos y esa sonrisa tan grande que había tenido gran parte de la ceremonia y durante los minutos que llevábamos en la fiesta cambió, sus labios se juntaron en una línea gruesa.

¿Bailar? ¿Frente a todos? —balbuceo mientras caminaba de mi mano hasta el centro de la pista dispuesta para ello — ¿Edward? —inquirió temerosa y me sonreí, la sujete por la cintura apegando su cuerpo al mío y tomé con la mano libre su mano entre las mías.

Tradición es tradición —murmuré acercando mi rostro al suyo para besarla en los labios — no te dejaré caer —le prometí besando sus labios mientras comenzaba a moverme al compás de la música, lentamente fuimos danzando, ensimismados en nuestro propio mundo, mis ojos estaban fijos en los de ella.

Te amo —murmuró Bella al tiempo que puso su cabeza contra mi cuello apegando incluso más su cuerpo al mío y dejándose guiar por quién ahora era su esposo.

— ¿Nada aún? —sentí preguntar a mi madre y salí de mi recuerdo perfecto.

Aún podía incluso sentir la tibieza del cuerpo de mi esposa entre mis brazos, aquella noche había sido la mejor noche de todas, una experiencia que había sobrecogido mi corazón por completo y lo había embargo, si eso era posible, de un amor incomprensible, indescifrable, indescriptible.

Negué con mi cabeza y ella se agacho separándose del cuerpo de mi padre, me beso en los cabellos y me acaricio como cuando era pequeño y me consolaba por haber tropezado y caído al suelo.

— Estará bien cariño, ya lo verás —balbuceo mientras deslizaba su tibia mano por mi mentón.

En ese minuto sentí mi nombre ser pronunciado de forma sobresaltada y repetitiva, un destello en mi rostro me comprobó que esta pesadilla incluso podía tornarse peor. No alcance a reaccionar cuando los pasos de los guardias se sintieron y el cuerpo de mi padre se interpuso frente a mí.

— ¡Déjenlo en paz!

Murmuró bastante irritado apartando al molesto periodista que había logrado infiltrarse al interior del hospital. Me levanté pero mi madre me retuvo de intervenir sujetándome por el brazo. Entre ella y mi hermana me giraron para darle la espalda a la pelea que se había formado entre los guardias y el insistente periodista.

— Sólo queremos una declaración —protestó — ¿Va a morir?

Preguntó insistente y me congelé ante sus palabras, deje de caminar y perdí el norte de mis pensamientos, de pronto todos mis procesos mentales se desordenaron y era incapaz de coordinar nada, mi corazón se apretó y deje de respirar, fue como un balde de agua fría escuchar esa posibilidad de los labios de alguien más. ¡No! ella no puede morir, yo no podría sobrevivir sin ella pensé desesperado.

— Edward hijo —exclamó mi madre mirándome en pánico pero yo fui incapaz de hablar, sentía como si todo pasara fuera de mí, como si yo no estuviera allí.

Estaba lloviendo sutilmente pero hacía calor, demasiada para ser de noche, nos bajamos del pequeño e indeble bote en que nos traían, ayude a mi esposa y sonaba raro llamarle así pero me gustaba, a bajar apoyada en mi mano dio el paso certero para subir por la escalerita que reposaba en el agua y que llevaba a la habitación de aquel peculiar pero romántico hotel.

Le dí la propina al señor que nos había llevado y abrí la puerta de la cabaña que sería nuestra habitación. Su expresión fue lo mejor, entró en un silencio sepulcral, sus ojos estaban abiertos desmesuradamente y contemplaba todo como una niña extasiada

¿Te gusta? —le pregunté en un susurró al oído abrazándola por detrás. Me traicionó el deseo pero verla vestida solo con esa solera delgada de verano me traía desesperado.

Me encanta, esto es un sueño —Exclamó con alegría — Gracias mi amor —agregó aún con la vista perdida en la habitación y había que, en realidad, agradecerle a Alice. Ella había sido mi informarte ¡Aquí, esté es el hotel del que solíamos hablar cuando éramos niñas! Gritó ese día Alice cuando le mostré todos los folletos de los hoteles "paradisíacos" que había encontrado en la agencia de viajes.

Por supuesto las fotos no le habían hecho justicia a ese lugar, era maravilloso, realmente de ensueños. Nuestra habitación estaba en la mitad del océano, rodeado de agua verde esmeralda, tan trasparente que la arena blanca de fondo se dejaba ver, el único acceso era a través de pequeñas canoas desde el complejo principal del hotel que estaba en la orilla. Eso había sido fundamental para finalmente tomar la decisión de traerla aquí. En realidad no quería molestos periodistas y que fuera un poco inaccesible era maravilloso, además lo último que quería era interrupciones en nuestra luna de miel.

Sentí que cerraron la puerta y miré de reojo, estábamos oficialmente solos, se separó de mí y camino hasta la cama, deslizo sus dedos por la colcha blanca y esponjosa, me reí ante su curiosidad. La cama estaba sutilmente abierta y había una rosa con un pequeño paquete junto a ella. Ella tomó entre sus dedos la flor y la tarjeta, me acerque.

Qué disfruten su estadía —era lo que estaba escrito con letras doradas en el papel mantequilla que permanecía entre sus dedos. Sus dedos comenzaron a temblar al sentirme cerca y aunque no era la primera vez que íbamos a estar juntos de esa manera. Era diferente ahora, hoy yo era su esposo y ella era mi mujer, ante la ley y ante Dios.

Rocé mi nariz por la parte de atrás de su cuello, y le di un pequeño beso en la parte baja de su nuca entre sus hombros, inspiré profundo y el aroma de su perfume me intoxico por completo dándole rienda suelta a mi deseo. La bese una vez más en la base del cuello y la giré mientras quitaba de sus manos la tarjeta con flor incluida, automáticamente al verse libre de ellas, cruzó sus manos en mi cuello, y la levanté del suelo, sus piernas se cruzaron en mi cintura aferrandose con fuerza.

Eres mía para siempre —murmuré contra sus labios mientras rompía el beso y ella sonrió, deslizo sus dedos quitando unos mechones de pelo de mi rostro. Me estremecí ante su contacto.

Y tu eres mío, solo mío —contestó volviendo a besarme, sentí la humedad de su lengua rozar la mía y me entregue por completo. La temperatura de su piel se acrecentó mientras nos besábamos lentamente, saboreando y disfrutando del momento, sus labios finos se acoplaban a los míos de una manera maravillosa.

Camine un paso y subí a la cama con ella aferrada a la cintura fieramente, deposite su cuerpo en la mitad de está y me separé lo suficiente para tomar entre mis manos los tirantes de su vestido. Los deslice hasta bajarlos y dejar su piel expuesta.

Te amo no sabes cuanto —murmuré contra el arco de su cuello, baje recorriendo su piel con pequeños besos hasta el borde de su escote. Sentí el gemido entrecortado y me sonreí. Metí una mano bajo su espalda y levanté su peso para hacer que se sentará sobre mí, tenía sus piernas puestas una a cada lado y su mirada era embriagadora. Sus ojos estaban entreabiertos, su pecho se movía lentamente mientras se mordía sus labios, comenzó a desabotonar mi camisa mientras yo acariciaba sus muslos, deslice mi palma contra su piel hasta llegar al hueso de la pelvis y ella se levantó arqueando su espalda. Levantó su cabeza mirando hacia el techo, su respiración se hizo errática al sentir como metía mis dedos bajo su ropa interior. Su corazón comenzó a latir desbocado cuando tomé entre mis manos el borde del vestido y lo saque completamente, sus manos estaban estiradas en el aire, nuestras palmas se encontraron mientras me apoderaba de sus labios exquisitos que estaban de un rojo furioso y sabia perfectamente que toda su sangre estaba circulando desesperadamente por sus venas en ese minuto.

— ¡Edward! —gritó histérica mi madre y me zamarreó, las lágrimas comenzaron a brotar sin control y aún sentía mi pecho encogido, de pronto la realidad fue abrumadora, demasiado. ¿Por qué tenía que pasarme a mí? ¿Por qué ella? ¿Por qué tenía que estar enferma? ¿Por qué? me pregunté.

No había llorado frente a mi familia, particularmente frente a mi madre, desde que tenía once años. Ese había sido mi última vez de vulnerabilidad — los hombres no lloran —era lo que había escuchado incesantemente y eventualmente había fingido llorar millones de veces pero mi llanto ahora era real, estaba llorando como un niño abrazado a mi madre incapaz de soltarme, me sentía protegido por sus brazos y no quería dejarla. Lloraba descontrolado en la mitad de un pasillo de hospital, cuando yo debía ser el fuerte y no el compungido.

— Ella va a estar bien —murmuró contra mi oído mi hermana Rosalie quién me abrazó por la espalda — Estará bien —repitió casi con la voz quebrada apoyando su rostro en mi hombro ¿Realmente iba a estar bien? pensé al recordarla.

Te amo —gritó descontrolada mientras clavaba su vista en mí, su pecho subía y bajaba tan rápido que no lograba enfocarlo bien. Sentí un sutil movimiento de sus caderas iba a levantarse, iba a separarse de mí pero la retuve aprisionándola. Aún no quería dejar de sentir su cuerpo fundido al mío. Aún quería tener la tibieza de su cuerpo contra el mío. Me beso la punta de la nariz mientras regularizaba su pulso. Cerré mis ojos y mi mejilla estaba pegada a su pecho, sentía el latir de su corazón que se iba calmando con el paso de los minutos.

Me quede fijo mirándola desayunar, comía con tanta ansia que incluso me sentía satisfecho con los escasos sorbos de café que había tomado de la taza frente a mí. Me sonreí al pensar en sus gritos mientras hacíamos el amor, estaba absorto mirando su expresión cuando de pronto una gota de sangre corrió por su nariz, abrí mis ojos en pánico — No, otra vez no —me dije contemplando como se llevó sus dedos hacía la nariz y como con el dorso de la palma eliminaba la evidencia de que no todo iba a estar bien.

Faltaban dos días para que nuestra luna de miel se terminará. Se levantó de la mesa y caminó hasta el baño la seguí, sin decir nada, mi corazón latía furioso esperando que se desmayará en cualquier momento.

Estoy bien —me aseguró sonriendo mientras con una toalla secaba su rostro y traté de relajarme, no había sentido en comenzar una discusión, quise pedirle, rogarle porque aceptará hacerse las terapias pero me contuve.

¿Segura? —fue todo lo que le pregunté mordiéndome la lengua por no presionarla.

Sí ven vamos quiero conocer a los delfines —exclamó risueña mientras tomaba de mi mano y me arrastraba fuera de la habitación.

Era cuarta vez que se metía al baño y hacer como si no supiera que estaba ocurriendo me traía desesperado. Miré el reloj y eran exactamente las once de la noche, aguardé unos minutos y me embargó el miedo de que finalmente se hubiera desmayado pero cuando sentí la cadena del baño y luego el agua de la ducha me relajé. Recogí del suelo el pantalón de mi pijama y tomé entre mis manos el celular que estaba en la mesa de noche, salí hacía la terraza de la habitación y busque entre los contactos el número de su hermana.

Bueno

Esta sucediendo otra vez—fue lo que anuncié atropelladamente y suspiré tratando de controlarme.

Pero ella esta bien o…

Esta en el baño tratando de ocultar lo evidente desde ayer, fingir que no se lo que ocurre es cínico —reclamé y Jessica se había transformado en algo así como un chivo expiatorio de mis culpas, de mi falta de indecisión.

Sabías que sería así, ese es el resultado de permitir que ella no se haga la terapia, podríamos remediarlo sabes, he investigado —me dijo y me quede expectante ¿Había una alternativa para sanarla? me pregunté y me aleje del ventanal, miré al interior de la habitación y la luz por debajo de la puerta del baño me indicó que ella aún estaba duchándose.

¿De que estas hablando?

Tu podrías obligarla, en realidad esta posibilidad siempre ha estado, mi madre nunca quiso hacerlo por miedo a que Bella huyera de nosotras y finalmente no consiguiéramos nuestro propósito pero no creo que huya de ti

No creo que sea buena alternativa obligarla —refuté no tan convencido que de que lo que estaba diciendo era verdad, más bien era cuestión de honor, había prometido dejarla tomar sus propias decisiones a cambio que ella se había casado conmigo

Esta muriendo ¿Te quieres quedar viudo sin siquiera haber cumplido un año de matrimonio? —me preguntó sarcástica y reprimí la respuesta, a veces mi cuñada podía ser bastante hiriente si se lo proponía.

Pensé que la terapia era para aliviar el dolor no para sanarla —reclamé en un siseo

Tal vez –comenzó a decir y mi corazón brinco de esperanza, pude ver una luz en esas dos silabas pronunciadas.

¿Talvez qué? —pregunté entusiasmado y de pronto la idea no parecía tan mala, un minuto de odio por años de felicidad podría ser un precio justo.

¿Volverán pasado mañana? —me preguntó cambiando el tema

Sí tomaremos el vuelo mañana por la tarde —alcancé a decirle cuando sentí el movimiento de las cortinas y colgué.

¿Qué haces aquí afuera? —preguntó intrigada mi esposa acercándose a mí — ¿A quién llamabas? —agregó y me quede en blanco

Entré al baño y me mojé la cara, miré el reloj en mi muñeca y habían pasado dos horas y media de operación — ¿Cuándo se acabaría? —me pregunté mirando fijo al espejo. En eso se abrió la puerta y miré hacía allí.

— Salió de pabellón

Exclamó mi padre y corrí con la toalla de papel entre mis manos hacía afuera. Camine por los pasillos flanqueado por mi padre y por Jessica. Llegué a la sala de espera y allí estaba el Dr. Volturis conversando con la madre de Bella, lo miré.

— ¿Puedo verla? —pregunté y medio sonrió serio.

— Estará en cuidados intensivos las primeras doce horas luego, según como reaccione, la pasaremos a un cuarto.

— ¿Pero ella está bien, verdad? —interrogué ansioso de que su respuesta fuera un sí, para que toda esta pesadilla se terminará de una vez.

— Aún no podemos decir nada, por ahora, esta viva. Sedada eso sí —me aclaró.

Lo seguí en silencio y tenía claro que él no estaba muy de acuerdo con mi pequeño arrebató de tomar la decisión a pesar que su madre se había opuesto fieramente, mi primera discusión con mi suegra no había sido de las mejores para mi suerte tenía una aliada en la familia. El pasillo me pareció eterno, demasiado eterno para recordar.

Hacía un mes que habíamos llegado a esa casa, era nuestra casa. La había comprado principalmente porque ella había hablado de que le gustaría vivir en una casa que tuviera piscina y esta tenía una enorme. Cumpliríamos tres meses de casados el próximo viernes y era extraña la sensación de "hombre casado" pero estaba feliz.

Lo único que opacaba mi felicidad era su enfermedad y a esta altura me había convertido en un experto detective privado, había perfeccionado mis técnicas para descubrir que tanta mentira me decía que tanta verdad me ocultaba. Por suerte y para mi tranquilidad había pasado casi un mes sin que tuviera sangrados, esa nube negra acechante se estaba disipando de apoco y lo agradecía. Claro que siempre estaba el plan de contingencia aunque tenía mis aprehensiones al respecto.

No puedo obligarla a un tratamiento experimental –reclamé por teléfono y Jessica era un hueso difícil de roer.

Es una alternativa que puedes considerar –recalcó ella y suspiré.

Si llega el momento lo consideraré pero creo que las cosas están mejorando, cumplió un mes sin una gota de sangre, creo que esta mejor –le explique y guardo silencio.

¡Eso es genial! –exclamó en un tono fingido de alegría, ahora fui yo el que guardo silencio.

Solo considéralo sí –aconsejó y estaba claro que era una opción, el problema era que mi lado noble estaba comandando mis decisiones no mi lado egoísta.

Me sonreí al verla entrar llena de bolsas, guarde mi celular y camine para ayudarla.

¡Mi amor! – exclamó abrazándome efusiva al percatarse de mi presencia - ¡Llegaste! ¿¡Pero pensé que volverías el fin de semana? –cuestionó separando su cuerpo del mío, la besé para acallarla.

Me correspondió el beso, sentí sus manos en mi barbilla, acaricio mi rostro mientras seguíamos besándonos, bajo su mano hasta mi cuello lo que provoco una reacción casi involuntaria pero quería con todas las fuerzas. Se rió entre dientes al sentir mi cuerpo reaccionar por su proximidad.

Terminé de gravar ayer y tomé el primer vuelo de regreso –expliqué –te extrañaba –confesé capturando su labio inferior entre los míos, volvimos a besarnos, deslizo sus manos por mi espalda a cambio subí lentamente su vestido dejando expuesta sus piernas, las toque lentamente mientras seguía concentrado en el beso, sentí un fuego recorrer mi garganta hasta inundar mis mejillas sin control.

Tengo que preparar comida, no hay nada, porque no sabía que volverías hoy –exclamó entre cortado dándome besos

Podemos ordenar comida para que vengan a dejar –exclamé tirando de su ropa interior.

Contrario a lo que podía pensar alguien no me saciaba de hacerla mía, literalmente podía pasar todo el día amándola y no me cansaría. Jamás me cansaría de tenerla entre mis brazos, de sentirla estremecerse contra mi pecho desnudo, sus gemidos eran adictivos, como también lo era su piel.

¿Crees que podremos pasar la navidad juntos? –me preguntó jugando con su dedo en mi pecho.

Claro ¿Por qué no? –le contesté - ¿O piensas pasarlo con alguien más? –agregue fingiendo enojo.

Tonto –exclamó apoyando su mejilla contra mi pecho.

Pensé que querrías pasarla con tus padres -dijo suavemente – Es nuestra primera Navidad juntos y como matrimonio –agregó pero aún no le veía el punto a su preocupación

¿Quieres pasarla con tu madre y tu hermana? –le pregunté y aunque lo aceptaría si ese era su deseo igual se me apretó el pecho al pensar que no lo pasaría junto a ella

Quiero pasarla contigo –exclamó y sus ojos brillaron con deseo, me reí y le bese la frente.

Estaré aquí si esa era la pregunta, no creo que me llamen hasta después de Navidad, de todas formas si lo hacen diré que no –le aseguré guiñándole el ojo.

Se quedo dormida en mis brazos, al principio me quede mirando el techo acariciando su espalda, su respiración era acompasada, por lo cual no sospeche en un comienzo. Su rostro estaba apoyado en mi pecho y no había ningún cambio de temperatura, al menos que yo hubiera percibido. No fue hasta que deslice mi mano por su rostro que me percaté al ver la sangre en las yemas de mis dedos.

¡Bella, Mi amor! –grité alzando su cuerpo y estaba completamente lacio, de su nariz frotaba sangre y entré en pánico. La recosté contra la cama y tomé el teléfono de la mesa de noche.

La ambulancia no se demoró pero ella recobró la conciencia cuando el paramédico la estaba atendiendo

Estoy bien –aseguró entrecortado cuando estaban tomando sus signos vitales

Aún así es mejor que te vea el Dr. Volturis –exclamé y porque debía ser tan terca. Me miraba asustada, a los pies de la cama estaba su madre que miraba al paramédico y a Alicia que me fulminaba con la mirada por no ser enérgico.

Ya me siento mejor y no estoy sangrando –refutó en un susurró. Y era cierto pero aún así quería que la viera alguien. Estaba pálida, apenas respiraba y aunque trataba de hacerse la sana su expresión no era la mejor.

Solo será para que te revisen, luego volveremos ¿Por favor? –le pedí.

Necesito ir al baño –exclamó evadiendo mi pregunta. Miré al paramédico y este accedió, me acerque para ayudarla a levantarse. Entre él y yo la llevamos al baño y el hecho que no pudiera sostenerse en pie me daba la razón a que debíamos llevarla al maldito hospital.

¡Imponéte con un demonio! –me dijo mi yo interior.

¿Mi amor por favor? –le pedí antes que entrará al baño y ella me miró

No quiero ir, no quiero pasar navidad en el hospital –me dijo y suspiré. Jessica se acercó y tomó entre sus brazos a su hermana, juntas entraron al baño.

Miré al paramédico y finalmente decliné de trasladarla al hospital, estaba firmando los papeles cuando se sintió un ruido seco y la puerta se abrió.

¡Hay que llevarla! –gritó Jessica y tanto paramédico como yo nos agolpamos por entrar al baño, estaba apoyada en el suelo, de rodillas, seguía sangrando y casi estaba perdiendo la conciencia.

Ella no quiere ir –exclamó su madre fieramente pero la ignoré – por qué hacerle sufrir más de lo que ya sufre –agregó sujetando de mi brazo - no podemos evitar lo que sucederá –alegó al ver como subían a Bella a la camilla.

No puedo verla morir –contesté nervioso y era cierto.

Esa justificación es ¡Egoísta! –Reflexionó su madre — ¿Crees que para mí es fácil ver morir a mi propia sangre? — cuestionó

Edward— Interrumpió en un balbuceo mi adorada Bella enfocando su vista en mí — Por favor… mi amor, no quiero ir, no pueden… — suplicó entrecortado y apenas podía mantenerse despierta, sus ojos se cerraban lentamente, su respiración estaba entrecortada, su voz se extinguió.

Lo siento pero es mi decisión ahora — le expliqué y no supe si alcanzo a escucharme, justo allí sentí a su madre intervenir.

Ella no quiere ir, eso debe contar, usted la escucho — cuestionó al paramédico y este me miró

Yo soy su esposo, ella no está capacitada para tomar una decisión — refuté y eso era evidente apenas podía estar consciente.

Pues yo soy su madre y digo que no, ¡bájela! — desafió está desesperada.

Irá, punto final de la historia — agregue enérgico, puso en movimiento la camilla pero su madre no iba a desistir tan rápido.

Pensé que se lo habías prometido –cuestionó molesta por mi actitud y era cierto, con esto estaba contradiciendo todo lo que había prometido pero ahora, al verla así, mi lado egoísta estaba en piloto automático yo no lo controlaba.

Madre por favor si –intervino Jessica que me miró sujeto a su madre quitando sus manos de la camilla – Esta es la oportunidad si vas a hacerlo debe ser ahora –instó y tenía razón si quería obligarla a someterse a una terapia este era el minuto para tomar la ventaja.

No la veré morir no si puedo evitarlo — me justifique mirando a su madre y miré al paramédico que esperaba mi decisión.

¿Qué hospital? –preguntó esté cuando la subieron finalmente a la ambulancia.

Ella confió en ti — fue lo último que sentí decirle a la madre de Bella mientras entraba a la ambulancia

Centro Oncológico Pierce –instruí al tiempo que cerraban la puerta.

La puerta se abrió y le vi, conectada a mil tubos, su piel era blanca casi traslucida de lo pálida que estaba. Su pelo negro estaba disperso en la almohada, me acerque lentamente.

— Le quitaremos el respirador artificial apenas despierte mientras tanto no podrá hablar –me indicó el médico con cierto desazón en la voz – Si despierta avisa a la enfermera ella me llamará –agregó dándome una palmada en el hombro y luego salio de la habitación.

Tenía sus manos entrelazadas en su pecho, en su dedo índice estaba el detector de latidos, en su mano izquierda estaba el catéter del suero conectado. Se veía tan frágil su piel que me dio nervio tocarla, no obstante me arme de valor y tomé entre mis manos su mano, la apreté levemente.

— Tienes que luchar por ti, por mí – murmure besando su mano — por favor mi amor no me dejes — agregué.

No sé cuánto tiempo paso pero sentí unos tibios y finos dedos deslizarse por mi oreja acariciándola, luego por mi cuello y de allí volvían a subir para perderse entre ellos, ese movimiento sutil me hizo despertar al fin, alce y enfoque mi vista, sus ojos chocolates me observaban.

— ¿Cómo te sientes? –Fue mi primera pregunta al notar que ya no tenía el tubo en su boca y que extrañamente estaba inclinada en la cama en una posición de semisentada – no debiste dormite –me regañe mentalmente.

— Bien –exclamó a duras penas, parecía cansada. Apoyo su cabeza contra la cama, y fijo su vista en el vacío.

— ¿Estás molesta? — le pregunté en un hilo de voz y todo el remordimiento se me vino a la mente.

Giró su rostro hacía mí. Su mirada era indescifrable, no podía saber que representaban sus gestos, si olían a resignación o a esperanza.

— ¿Puedo pedirte un favor? — me preguntó y sus labios se curvaron en una sonrisa, desganada pero sonrisa al fin, esa alegría extrañamente inundo sus ojos y regocijo a mi corazón.

— Lo que quieras — respondí y sus ojos brillaron. Era de noche casi cerca de las doce de la noche para ser exacto.

— Sácame de aquí — me pidió y mis ojos se cristalizaron, mi corazón se apretó y eso era lo único que no podía hacer. Busque en mi mente las millones de razones que tenía para no hacerlo, y las tantas para complacerla pero mi razón me grito, no podía cumplir ese deseo cualquier otro menos ese.

— No puedo — respondí — yo… lo siento — fue todo lo que dije a duras penas y ella miró hacía la ventana, pude ver como dos lágrimas rodaban por sus mejillas, quitó su mano de entre las mías y se la llevó al rostro secándolas.

— Mi amor — la llamé pero ella esquivo mi contado — Bella… yo… — trate de explicarle pero ella siguió mirando hacía el vacío

— Déjame sola — exclamó y se me congelo el corazón — Vete Edward — me dijo encarando mi mirada — por favor — pidió en un susurró y a pesar de que quería permanecer junto a ella, me fui y la deje sola como quería.

¿Te gustan? — le pregunté y la expresión de Bella era cautelosa, sostenía una de las argollas entre sus dedos y la miraba acuciosamente. Extrañamente sentía que no le iban a gustar pero eran simple, sin nada estrambótico, como ella había pedido, simplemente eran de oro con una inscripción en el interior.

Son perfectas, gracias — exclamó al cabo de unos minutos de exhaustiva inspección. Me reí. Era extraño mirar su mano y ver el anillo de compromiso puesto en su dedo, más extraño era sostener esa pequeña caja con las dos argollas que nos entregaríamos en cuestión de horas, mucho más extraño era la expresión "marido de…; señora de…" y aún creía que era surrealista todo lo que había pasado.

Deje la pequeña caja en la mesa de noche y camine hasta el espejo puesto a un costado del closet. Me contemple por última vez y dentro de poco ya no sería solo yo, sino que sería el esposo de alguien, el esposo de ella y ella sería mi mujer. De pronto ya no sería el soltero más cotizado del mundo pero no me importaba, estaría por siempre con la mujer que amaba, mi corazón estaba lleno de un amor desbordante, demasiado para que solo fueran meses de conocerla. Estaba distraído recordando nuestra peculiar primera cita cuando sentí golpear la puerta.

Pase — balbucee mientras deslizaba mis dedos por el pelo y como lo odiaba jamás quedaba bien.

Ya es hora, el novio no puede llegar tarde — me informó mi madre y me giré se veía preciosa en ese vestido de fiesta y creo que tenía un tejo de esperanza que yo fuera él último en hacerla suegra contradictoriamente, aún siendo el menor, era el primero en casarme. Me sonrió y me arreglo la corbata sin mirarme a los ojos.

Hizo una mueca con su boca y supe que quería decirme algo pero noté como guardo silencio apropósito, a cambio me abrazo fuertemente y me apretó contra su pecho de una manera especial, jamás lo había hecho así antes.

Mamá cualquiera creería que me voy a ir para nunca más regresar — exclamé entre risas separándome de su abrazo materno. Ella me sonrió pero había un brillo especial en sus ojos. Deslizo sus manos finas y dulces por mi rostro, sus labios estaban curvados en una sonrisa dulce.

Sí la amas debes respetarla sin importar que tan doloroso puedan ser para ti sus decisiones — aconsejó y fue mi risa la que se apago.

¿A qué va todo esto? — le pregunté serio e incomodo separándome de ella.

En eso consiste amar, no puedes controlar todo — exclamó mirándome, yo estaba de espaldas a ella.

No quiero controlarla — me defendí — yo la amo — y ese era el motivo de porque estaba casándome con ella, quería compartir mi vida con ella, quería que ella fuera mía por siempre, todos los días, todas las noches, toda mi vida.

Nadie esta dudándolo, simplemente — agrego pero en eso entró mi hermana

Faltan diez minutos para las siete si no nos vamos ahora, llegaremos tarde los invitados ya deben ir en camino — informó interrumpiéndonos.

— ¿Por qué no soy suficiente motivo para que quiera vivir? — le pregunté a Alice y ella me miró sorprendida, sus ojos se desviaron de los míos y de pronto el suelo fue más interesante, dejo de tomar jugo de la bombilla, hubo un silencio incomodo.

— Es complicado — me contestó finalmente, un resentimiento embargo mi corazón y no entendía porque Bella, la mujer que se supone me amaba estaba siento tan egoísta al querer morir y no querer salvarse.

— ¿Tan complicado es querer vivir? —le rebatí y desde que la había conocido, más bien, desde que había sabido de su enfermedad y su pensamiento que no entendía como una persona joven quiere morir tan rápido y ojala viendo sufrir a todos sus seres queridos, extraña manera de llamar la atención pensé cerrando mis ojos, junte mis manos frente a mi rostro y descansé esté en ella, estaba cansado, estaba agotado, agotado de luchar por alguien que no quería pelear.

— Ella te ama –aseguró al cabo de unos minutos con convicción que yo ya no tenía, levanté mi vista para encararla — te ama como nunca pensé que podría hacerlo — agregó tratando de convencerme.

— Extraña manera de amar –contesté – Me destruirá sabes, si ella muere me destruirá –le confesé.

Alice iba a exclamar algo cuando el sonido de una voz por el altoparlante nos interrumpió.

Código azul habitación 413 – Doctor Volturis favor dirigirse a la Habitación 413.

Escuche el nombre del médico y nos paramos en conjunto. Al principió caminamos para salir de la cafetería pero luego corrí sin detenerme hasta el ascensor, mi corazón latía doloroso en mi pecho, cuando llegue a esté sentí una puntada recorrer mi cuerpo, miré el indicador de los pisos del ascensor y esté estaba detenido en el piso once. Miré de reojo como pasaban unos enfermeros y médicos corriendo y me desesperé, se me contrajo el corazón de la angustia. Abrí la puerta de servicio que estaba a un lado y subí corriendo desesperado por las escaleras para llegar al cuarto piso. Alice me siguió.

Por favor, por favor, por favor

Me repetí internamente caminando temeroso por el pasillo que llevaba hasta su cuarto, al ver salir y entrar gente de su habitación quise correr pero luego me arrepentí y me detuve en la mitad. Alice tropezó conmigo. Ambos estábamos a unos cuantos pasos de su habitación sin poder caminar hasta allá. De pronto salió mi madre de la habitación y me miró. Se acerco, su expresión era de cautela, justo unos segundos después salió la madre de Bella, mi suegra, llorando con Jessica que la sujetaba.

— ¿Edward? — me llamó mi madre y su cara estaba conteniendo el llanto, su mentón tiritaba sutilmente

— ¡No! — exclamé retrocediendo un paso cuando mi madre estiro sus brazos hacía mí

— Edward — llamó ella — por favor — susurró acercándose a mí

— ¡No! — agregué sacudiendo mi cabeza, sentía que iba a caerme, que mis piernas no iban a sostenerme.

— Tienes que saberlo —trató de convencerme

— ¡No quiero! — dije más enérgico — ¡No quiero escucharlo! — exclamé y mis ojos se llenaron de lágrimas, ella trató de abrazarme — ¡No! — Le pedí pero ella me tomo de los brazos acercando mi cuerpo al suyo, me aferro contra sus brazos con una fuerza impresionante, los tomé para separarme de ella pero se aferro más a mí.

— Hijo — musito contra mi cuello serena pero triste, demasiado para que todo andará bien.

— ¡No quiero escucharlo, no! — interrumpí tomando sus muñecas.

Mañana nos casaríamos, estábamos acostados en su cama, ella jugaba con sus dedos sobre mi pecho mientras yo acariciaba su mano impidiendo su propósito. Había un silencio profundo, tan profundo como la oscuridad que reinaba en la habitación, sería nuestra última noche de solteros. De pronto su voz se escucho, alzo su cabeza y me quedo mirando y habló:

Si pudiera congelar el tiempo lo haría justo aquí junto a ti;

Congelaría cada caricia;

Cada gesto de tu rostro;

Cada beso;

Cada expresión que das cuando me amas;

Congelaría cada uno de tus gemidos;

Congelaría cada latir de tu corazón;

Congelaría cada roce de tu cuerpo contra el mío;

Congelaría mi corazón lleno de este sentimiento indescriptible;

Congelaría mi amor por ti.

Un alma gemela ¿Eres tú la mía?;

Si la respuesta a esa pregunta descansa en que mi corazón deja de latir cada vez que estas cerca,

En que cada vez que siento tu aroma, que siento el roce de su piel ardiente contra la mía todos mis procesos mentales se desordenan,

En que olvido respirar solo porque tú ya lo haces

En que olvido quien soy o que quiero porque se lo que tú eres o lo que tú quieres

Entonces sí

Por primera vez puedo mirar a los ojos a otra persona diferente a mí y perderme en ellos;

Por primera vez puedo mirar el alma de alguien a través de ellos;

Por primera vez puedo sentirme amada;

Por primera vez no tengo miedo a morir, porque ya no me queda nada más que ver o sentir

Porque lo he sentido todo contigo y sé que donde quiera que vaya lo seguiré sintiendo

Así como tú me seguirás sintiendo a mí —exclamó

— ¡Hijo! — susurró contra mi oído trayéndome de regreso a la realidad. Pestañeé y las lágrimas contenidas escurrieron por mi rostro.

— Calla mamá por favor — le supliqué

— Bella está viva —exclamó finalmente y me quede perplejo, mis manos se soltaron de sus muñecas y desistí de separarla.

Miré hacía la habitación. Ella estaba viva ¿Entonces por qué estás llorando? ¿Por qué estas triste? le pregunté mentalmente aún con la vista perdida en aquella habitación ¿Por qué lloran si ella está viva? me pregunté encarando la mirada con Jessica

— Ambos están vivos — agregó al cabo de unos minutos. Me separé de su abrazo y la miré desconcertado ¿Ambos? Cuestioné sin decirle nada — lo siento — se disculpó con pena y una tristeza que no le conocía

¿Qué es lo que sientes mamá? Le pregunté nuevamente con la mirada, sus ojos se concentraron en los míos. Caminé hacía la habitación apoyándome en la pared, de pronto no me sentía tan seguro de querer entrar en aquella habitación, menos al recordar aquel día en particular.

Mi amor no te oyes bien ¿Sucede algo? — le había preguntado por teléfono aquella vez, ese día cumplíamos un mes de casados. Se me apretó el corazón dejarla pero había firmado para hacer esta película antes de conocerla, además sin ella no nos hubiéramos conocido.

Tengo indigestión eso es todo –contestó y sentí como respiraba entre cortado, no alcance a decir nada cuando escuetamente me hablo – lo siento, tengo que ir al ba… te llamo luego –dijo a duras penas y colgó. Tomé aire y miré de reojo al director que me miró un poco exasperado por mi tardanza, marque otra vez pero no contesto nadie. ¡Maldición! magullé frustrado mientras caminaba para terminar de hacer la escena que faltaba.

Vamos mi amor contesta, contesta –me dije y según mis cálculos no era tan tarde como para que no contestará. Estaba a punto de perder la paciencia y tomar el primer avión que saliera destino a casa cuando finalmente contesto

¿Bueno? — su voz sonaba adormilada

Cariño soy yo… ¿Qué paso en la tarde, estas bien?

¿Edward?- exclamó aturdida – estoy bien, solo que me recosté un rato ¿Qué hora es?—preguntó y era una experta en cambiarme el tema de conversación cuando no la beneficiaba.

Las diez de la noche –le contesté - ¿Segura que estas bien?— insistí

Solo vomité Edward, no fue nada grave, ayer comí sushi con Alice debió caerme mal eso es todo — me contestó un poco molesta por mi insinuación.

Llegue hasta la puerta de su habitación y dude en entrar por unos largos minutos, luche fieramente por no hacerlo pero finalmente lo hice. Estaba tendida en la cama, conectada a millones de tubos, eso no era inusual, las mismas maquinas de siempre.

¿Qué es lo que anda mal? pensé y parecía que dormía. No me había percatado de la presencia del Dr. Volturis sino hasta que él me toco el hombro. Lo miré asustado.

— No nos dimos cuenta porque llego de emergencia y el trasplante se hizo de inmediato aún así es procedimiento del hospital hacer el test y el resultado me llegó hace un par de minutos, justo cuando iba a informárselos ella presentó la crisis… — y su voz se acalló

— ¿Qué trata de decirme? — le pregunté con la vista perdida en mi esposa, se veía tan hermosa, tan tranquila, tan serena que me impactó su expresión.

— Ella está embarazada — confirmó lo que yo ya sospechaba, trague saliva y encaré su mirada, porque sabía, mi corazón me decía que no había terminado allí. Esté latía furioso contra mi pecho.

— ¿Cuándo despertará? — le pregunté en un susurró

— Nunca — contestó y se me escapó el aire de los pulmones.



Bleeding For Love


Él jamás pensó caer en las redes de cúpido. Ella sólo lo anhelaba como una fantasia pero un loco y suspicaz sentimiento llamado amor floreció entre ellos, dejando una huella inborrable en sus vidas.

BY: Liz19forever
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Look at me you are not alone, I'm with you

Mientras regresábamos de la casa de mis padres seguía pensando en la conversación que había tenido con él. Apreciaba su preocupación pero lo que no apreciaba en nada era la manera poco peculiar de preguntarme las cosas ¿Por qué será que los padres hacen todo al revés? me pregunté y tenía que anotarlo para no cometer la misma tontera cuando fuera mi turno. Me dio la roja en una esquina, me detuve aún pensando en la preocupación de mi familia mirando distraído mi entorno hasta que dí con la bifurcación para salir de la ciudad, se me paso por la mente una idea. Miré el letrero frente a mí — A la costa 150 KM — jugué con los dedos en el manubrio y luego la miré, estaba profundamente dormida, con su pelo revuelto contra el asiento ajena a lo que pudiera pasar fuera. Justo cuando el semáforo cambio dando luz verde avance derecho en vez de doblar y necesitábamos tiempo a solos sin padres, sin hermanos, sin fotógrafos, sin médicos, en resumidas solo nosotros.

El trayecto hacía la playa fue tranquilo y me sorprendió que no se despertará ni aún cuando la cargue dentro de la casa y fue toda una odisea sacarla del automóvil, entra con ella a la casa que tenían mis padres en la playa y más aún desvestirla controlándome por no tocarla. Otra vez agradecí que mis hermanas fueran tan desordenadas y dejaran olvidada ropa, tomé prestado un pijama que en su vida había usado y esa manía que tenía de comprar cosas que ni siquiera usaba.

La estuve contemplando un par de minutos, en realidad creo que fue cercano a la hora hasta que me venció el sueño y me quede dormido junto a ella, instintivamente sentí como se acercó a mi cuerpo y me abrazo, poniendo su pecho contra el mío, su rostro en la mitad, cruzo una mano por mi cintura y puso una pierna rodeando las mías. Era exquisita la sensación de sentir su cuerpo tibio contra él mío aferrándose de esa manera. El olor de su perfume comenzó a sentirse con mayor fuerza y al final fue lo que hizo que me quedará dormido acariciando su espalda.

No sabía porque pero de un tiempo a esta parte algo en mi hacia clic y al menor movimiento que hiciera ella me despertaba de inmediato. Cuando sentí como su cuerpo se separó del mío desperté pero no me moví. Con los ojos entreabiertos la observe mirar desconcertada donde estaba. Cerré los ojos cuando se percató de mi presencia a su lado, motivado por la curiosidad espere. Sentí sus dedos deslizarlos por mi frente y requirió de todo mi talento de actor no estremecerme aún a pesar que sentía una corriente eléctrica por su toque, acomodó unos mechones de mi cabello despejando mi rostro.

Otra corriente eléctrica sentí cuando paso sus yemas por mis labios dibujando todo el contorno de estos. Una vez más el deseo más carnal se me dibujo en pleno en la mente y era difícil controlarlo. Quise abrir mis ojos y besarla hambriento por sentir su efluvio contra el mío, sentir la tibieza de esos labios exquisitos pero me contuve. Quería saber que haría ella creyéndome completamente dormido.

Sus manos se deslizaron por mi cuello hasta la base y de allí percibí como su cuerpo se inclinaba hacía el mío. La ansiedad se me disparó ante no poder mirar directamente lo que iba a hacer pero era una sensación mucho más placentera está. Aunque debía reconocer que la espera a lo desconocido podría definirse como una tortura. Sentí en el hueco de mi garganta sus dedos acariciando mi piel y obviamente mi temperatura corporal se acrecentó sin necesidad de que lo pidiera. Justo cuando pensé me besaría no lo hizo y eso me provoco el deseo contrario — Vamos mi amor bésame —supliqué en un suspiro ahogado y necesita al menos hacer aquello para controlar los impulsos lidibinosos. Hubo un movimiento de su peso y cuando sentí como aspiro contra mi piel apreté mis ojos controlando el gemido que seguro se me escaparía.

Apreté la boca y relaje mis facciones cuando ella se separó de mí, era difícil no moverse, quitó la ropa de cama y sentí como balanceo su peso de seguro estaba semisentada contemplándome. Cuando sentí el roce de sus piernas contra mi cintura una sonrisa estúpida se trato de dibujar en mi rostro pero la apague en un movimiento de mis labios.

Autocontrol pensé en reiteradas oportunidades pero mi imaginación se iba sin tener yo control en ello.

Cuando sentí sus dedos bajo mi polera se me escapo un sonido de mis labios y sentí mi cuerpo estremecerse — Autocontrol —me repetí y era una tortura estar haciendo aquello pero me fascinaba sentirla acariciar mi torso desnudo. Sus manos tibias lo recorrían hasta mi cintura. Sentí como tiró de mi pantalón y casi grite cuando enterró sus yemas en el hueso de mi pelvis eso me trastornaba, era una sensación de desesperación extrema que no resistí me senté frente a ella. Tomé la polera que traía puesta y se la quite completamente sin preámbulo y me acerque a besarla en el cuello mientras acariciaba su piel.

— ¿Por qué estamos en la playa? –preguntó entrecortado mientras sentía mis labios húmedos contra los pliegues de su pecho.

— Porque no quiero interrupciones –contesté bajando mis manos hasta su cadera para sacar el pantalón, hice que se tendiera sobre la cama pero de frente a mí.

Recorrí con la palma de mi mano su entrepierna, dio un chillido ahogado exquisito cuando baje mis dedos a su parte más intima para acariciarla e incitarla. Quiso escapar de mi "pequeña y placentera" tortura pero me recargue sobre su cuerpo poniéndome sobre ella. Rosé apropósito mi pelvis contra su entrepierna y sus ojos brillaron, una sonrisa se dibujo en sus labios mientras sentía como mi cuerpo había reaccionado a su curiosidad.

— Mi turno

Exclamé besándole el hombro y haciendo que se girara para quedar de espaldas a mí, deslice mis yemas por toda su columna vertebral seguido por pequeños, húmedos y profundos besos contra su piel y al notar como daba pequeños brincos y saltitos supe que estaba tan desesperada como yo cuando ella me había acariciado.

— No por favor

Balbuceó cuando me sintió morder su piel. Quité la cascada de pelo que tenía de su cuello dejando al descubierto la parte trasera de su nuca, deslice por el medio un dedo y luego la punta de mi húmeda lengua y la sentí ahogar el gemido que seguro quería dar. Tomé sus palmas y ladee su cuerpo de tal manera que quedó de espalda a mí, dibuje su figura con mis manos, hasta llegar a sus caderas, seguí por su pierna la que levanté apegando su cuerpo contra el mío.

Besé su cuello mientras comencé a hacerle el amor, dio un gemido apenas audible mientras me sentía amarla. Su cuerpo se estremeció cuando llego al orgasmo al igual que el mío. Al cabo de unos minutos se giró en su posición y me volvió a besar pero esta vez sin tanta hambre más bien lento y acompasado. Se sentó sobre mí, al percatarme de sus intenciones clave mis ojos en ella.

— Quiero amarte toda la noche

Susurró contra mis labios.

Desperté otra vez temprano y era increíble como, a pesar de, habernos dormido hacía poco aún así ya no tenía sueño, sino más bien, ganas de que despertará, ganas de volver a hacerla mía, ganas de simplemente sentirla hablar. Me levanté y me duche, luego salí de la habitación. Tenía que ir a comprar algo para darle de desayuno.

Traté de demorarme lo menos posible y cuando llegue lo primero que hice fui a verla. No estaba en la cama y el sonido de la ducha me tranquilizo. Volví a la cocina para preparar el desayuno. Cuando estuvo listo me fui otra vez a la habitación y ella aún permanecía en el baño — Raro —pensé hacía que le hablé.

— Mi amor el desayuno está listo te falta mucho —pregunté un poco ansioso.

— Un poco —respondió y me tranquilice.

Me recosté otra vez de vuelta a la cama y encendí la televisión. Pasaron un par de minutos, constantemente miraba hacía la puerta y se estaba haciendo demasiado raro que estuviera tanto tiempo con el agua dada, iba a levantarme para entrar al baño cuando sentí que el agua de la regadera se detuvo. Salió sonriente y vestida con el pijama puesto, se veía exquisita y las ganas de quitárselo se apoderando de mí.

— Buenos días –me dijo subiéndose a la cama para besarme, el olor a su perfume me trastornaba. Y me pregunté como sería hacerse el amor bajo el agua.

— Tanto rato pensé que tendría que ir a rescatarte –exclamé divertido mientras le pasaba el tazón con té.

— Es segunda vez que me preparas desayuno ¿Habrá almuerzo también? –preguntó en respuesta.

— No soy tan perfecto, con suerte y sin incendiar nada frió un huevo –respondí sincero.

La besé en los labios y luego concentre mi mirada nuevamente en la televisión frente a nosotros. No había nada interesante y el tiempo no era tan malo, al menos no llovería así que podríamos salir a caminar por la playa. Apague la televisión y concentré mi vista en ella. Deslice mis dedos acariciando su pierna y metiéndola entre la ropa. Estaban en eso cuando ella se levantó.

— Creo que me resfrié –exclamó dirigiéndose al baño.

— Tal vez no debí traerte a la playa en invierno –comenté siguiéndola.

— Créeme que es más divertido en invierno que en verano –contestó riéndose lo que confundió —Hace más frío, te dan ganas de estar todo el rato en cama, mucho más interesante y romántico que si fuera en verano –agregó fundiendo sus labios contra los míos.

— Estas haciendo que mire con otros ojos al invierno –comenté riéndome.

— Pues tú estás haciendo que mire la vida de otra manera –confesó y me gusto aquella expresión. Se abrazó a mi cuello y bajé mis manos hasta su cintura atrayéndola hacía mí. Mi plan estaba dando resultado, ella estaba mirando su vida con otros ojos.

Caminamos por la playa por largo rato tomados de la mano hasta que nos sentamos a contemplar el mar.

— ¿Por qué yo y no otro? –pregunté de repente aún con la vista fija en el oleaje.

— ¿a qué te refieres? –contestó jugando con la arena.

— ¿qué fue lo que te atrajo de mí para que comenzará la locura del fanatismo? –pregunté derechamente y ella se giró para mirarme. Se hincó entre mis piernas, me miraba con curiosidad y deseo pero también con un amor que no le había visto reflejado en aquellos ojos marrones.

— Primero fue tu físico, tus ojos –confesó – son tan distintos, tan atrayentes, incluso aún creo que no puedo decidir si son verdes, celestes o grises –agregó y no era la única ni siquiera mi madre sabía decir de que color eran. En eso se me vino la aprehensión y la necesidad de decirle lo que pensaba con respecto a su enfermedad.

— Quiero que te hagas esa terapia, te lo pido como un favor especial, el jueves quiero que la hagas –exclamé desesperado enterrando mi rostro contra su pecho abrazándola fuertemente.

Me sujeto por el brazo y se separó de mi abrazo.

— Tú realmente me amas –exclamó

Claro que te amo tanto que me esta desgarrando por dentro el pensar que podría perderte —exclamé con la mirada.

Entramos a la clínica y la miré con una sonrisa tierna para infundarle valor, tenía claro que estaba haciendo un gran esfuerzo por complacerme y eso me gustaba solo esperaba que valiera la pena. Entramos a la habitación y mientras la chequeaban yo la contemplaba, su rostro estaba un poco ansioso y miraba a todos lados un tanto desesperada.

— ¿Por qué estas tan alterada? –fue la pregunta que le hicieron cuando estaban tomándole el pulso.

— No lo sé –respondió asustada en un susurró.

No pasaron ni cinco minutos y justo cuando iban a colocarle el catéter se levantó y corrió hasta la puerta. Fue como ver a mis primos chicos cuando se arrancaban de mi tía Carmen. Salí tras ella pero cuando llegue al ascensor noté como la puerta de servicio se cerraba lentamente. ¡Maldición! me dije corriendo detrás de ella.

— ¡Bella! —grité pero solo pude ver como bajaba las escaleras, sentía el sonido de sus zapatos contra los peldaños. Corrí tras ella pero me llevaba bastante ventaja.

Por qué demonios actúa como una niña mal criada —pensé molesto.

Cuando llegue al primer piso. Abrí la puerta y camine esquivando a la gente que me miraba molesta por mi caminar descuidado y presuroso. Pensé que iba a alcanzarla pero esa ilusión se desvaneció cuando advertí como se subía al bus que estaba partiendo. Corrí aún sabiendo que era imposible alcanzarlo, me detuve al cabo de un par de metros completamente cansado, tomé aire mientras aún la contemplaba irse. Traté de regularizar mi respiración mientras sostenía mi mirada en el camino, el bus dobló en una esquina para perderse. Tomé mi celular y marque su número.

¿Cómo convencerla? ¿Cómo hacerle entender que era por su propio bien? —pensé

Pero lo único que escuche fue el mensaje del buzón de voz. Ella había apagado su celular.

¡Maldición Bella como tan egoísta! —recriminé a la nada.

Se hizo de noche y yo aún miraba por el ventanal de su departamento. Con el celular en mi mano por si decidía llamarme. Su madre estaba desesperada llamando a todas sus amistades y su hermana estaba buscando entre sus cosas algún indicio de donde podría estar. Hasta que finalmente se acercó.

— Ya han pasado muchas horas —exclamó al vacío y me giré.

— ¿Crees que le haya pasado algo? —le pregunté y era extraño sostener una conversación con ella.

— Es una egoísta —espetó en respuesta y luego miró a su madre que había colgado el teléfono.

— Tampoco esta con Alice, ni la ha llamado ¿Dónde estará? —preguntó a la nada y todos nos miramos.

Jessica había convencido a su madre de irse a dormir, luego de darle un tranquilizante, eran cerca de la medía noche y estaba dormitando en el sillón.

— Si quieres puedes irte a dormir te avisaré si llama o si sabemos donde esta —ofreció al verme todo doblado en el sillón. Pero no podría irme a mi departamento sabiendo que estaba en la calle, sola y con el frío que estaba haciendo.

— Me quedaré si no te importa

— En lo absoluto solo lo digo por tu comodidad —respondió — siempre le dije a Bella que debía comprar un departamento de más de una habitación pero ella es un poco….

— Porfiada —completé la frase sentándome bien.

Tomé mi celular y le mandé un mensaje con la esperanza que me llamará al menos a mí para salir de esta angustia que era no tener idea de donde estaba.

.

Te amo tan solo llámame, quiero saber si estas bien

Finalmente venció el sueño a Jessica que se fue a recostar con su madre y yo me quede esperando que ella llamará tenía el celular en mi mano y estaba otra vez luchando por no quedarme dormido cuando lo sentí vibrar, sin mirar y un poco somnoliento lo contesté.

— ¿Bueno? –pregunte y cuando sentí el suspiró abrí mis ojos, el sueño se pasó por completo — ¿Bella? –inquirí ahora con la voz más viva pero no respondió temeroso a que cortará hablé – No cortes por favor ¿Estas bien? ¿Dónde estas? —le pregunté tratando de no parecer tan ansioso —Mi amor por favor tan solo dime si estas bien – insistí

— Sí -respondió.

— ¿Dónde estas? –pregunté

— No lo sé –confesó un poco errática lo que me preocupó ¿Estaría diciéndome la verdad?, me pregunté.

— ¿Segura que estas bien? –volví a preguntar.

— Hace frío eso es todo –contestó y sentí el ruido de agua.

— ¿Qué es ese ruido? –le pregunté en un intento de distraerla para que me dijera donde estaba e ir a buscarla.

— Una fuente de agua.

— Descríbemela –le pedí esperando que no me cortará y que cooperará conmigo.

— Es una figura que de ella brota agua, como cualquier fuente

— ¿Cómo es la figura?

— Un niño sentado en algo –respondió no muy segura.

— Un ángel ¿tal vez? –exclamé.

— ¿Como lo sabes? –contestó de vuelta sorprendida por mi atino.

— No te muevas, voy a buscarte –exclamé en un hilo de voz – Por favor espérame allí –le pedí y aunque dude en cortar lo hice cuando ella me aseguró que esperaría por mí.

Salí de su departamento y maneje lo más rápido que pude hacía la casa de mis padres. Estacione cerca de la plaza a la cual yo solía ir de pequeño y el dar la vuelta le vi. Sentada a unos cuantos metros de la fuente de agua, con sus piernas recogidas apoyando su mentón contra sus rodillas. Me acerque y me quite mi chaqueta, se la coloque en los hombros y ella se giró dándome una media sonrisa avergonzada. Respiré aliviado al verla bien y la abrace. Se fundió contra mi pecho rodeando mi cintura con sus brazos que estaban helados.

— ¿Cómo supiste donde estaba? –preguntó al cabo de unos minutos.

— Estas a tres cuadras de la casa de mis padres –contesté – jugaba de niño en esta plaza –expliqué y si esto no era destino pues no tenía idea de que podría ser.

— No quiero más agujas en mi cuerpo –protestó con un hilo de voz.

— ¿Qué es lo que quieres hacer? –le pregunté en respuesta separándola de mi cuerpo unos centímetros.

— Vivir esta hermosa aventura junto a ti –exclamó y se me llenaron los ojos de lágrimas al entender las palabras de mi padre cuando me dijo que no podría evitar que saliera lastimado – Por favor simplemente vivamos lo que tenemos sin cuestionarnos –me pidió pero yo era egoísta tal vez ese era uno de mis más grandes defectos, como podría hacer aquello si la quería para mí por siempre no por una temporada, no quería verla morir.

Cualquier cosa menos eso —le dije con la mirada

— No puedes pedirme que me convierta en un simple espectador de tu muerte –finalmente contesté melancólico.

— Hasta hace un par de meses yo para ti no existía –refutó y me dolió aquello.

— Pero ahora existes y no quiero que dejes de existir –interrumpí en un grito contenido.

— Ámame por lo que soy, por el ahora, no por lo que no seré o por un futuro que no existirá –agregó acariciando mi rostro pero me separé de ella, esto era demasiado para pedirlo, yo la amaba que no lo entendía ¿Acaso ella no me amaba para pedirme aquello?, pensé de repente.

— No es justo Bella –musité con las manos en la cintura mirando al suelo, parado frente a ella.

— Nada en esta vida es justo pero aún así, en la imperfección de la injusticia esto es real, yo soy real, tu eres real ¿Qué más puedes pedirle al destino? –analizó y se podía pedir millones de cosas como por ejemplo: Vive por mí, por ti, por nosotros refuté con el pensamiento.

— No puedo verte morir sabiendo que se pudo hacer algo –le dije en un suspiró.

— Entonces piensa que no existe nada por hacer porque esa es la verdad –contestó y guardamos silencio por varios minutos.

Me quede pensando en como hacer para que ella quisiera vivir. Pero no tenía nada excepto mi amor por ella. ¿Con cuanto tiempo podía contar para hacerle entrar en razón? me pregunté desesperado y desolado porque era un hecho: Ella no lucharía por su vida y yo sería solo un espectador de su muerte.

¡No! ¡Maldición! ¡No quiero! Grité desgarradoramente en silencio.

Al verla decidida a morir sentí la necesidad por tenerla para mí siempre, vivir con ella, verla dormir, levantarse, amarla cuando ella y yo quisiéramos. Entonces recobré la esperanza respecto a tenerla para mí por siempre. Mis ojos se clavaron en los suyos pensando en que tal vez podría hacerla desistir de aquel empeño por morir.

¿Cuál podría ser una razón más poderosa que el amor? pensé pero ella aún cuando yo se lo decía parecía no creerlo. Entonces se lo demostraría, le entregaría mi vida con tal que ella me entregará la suya para poder salvarla de ella misma.

— Haré lo que pides pero con una condición –exclame decidido a entrar en su vida como un jugador y no como un espectador sin voz ni voto.

— ¿Cuál? –me preguntó intrigada por mi actitud.

— Cásate conmigo

Edward Cullen en el top de 10 grandes figuras románticas en ficción (es el # 4)

Edward Cullen

La Saga de Twilight por Stephenie Meyer (2005-2008)

Brillante e inusualmente pálido porque él es, a todos los intentos y propósitos, muerto, nuestro amigo vampiro no podría, en papel, hacerla del ideal novio. Y ún para Bella Swan, y millones de Twi-hards alrededor del mundo, Edward es perfecto. Tal vez es su encanto a la antigua (él es más de 100 años grande), o su inquebrantable devoción a Bella que lo tienen metiendose en su habitación en la noche para verla dormir. De cualquier manera es suficiente para sobrepasar sus características poco llamativas, como son su apetito por la sangre, su cuerpo tan frío como el mármol o su afición antes mencionada para el acecho.

Fuente: CM

Tuvimos suerte con Twilight

Kristen Stewart ha hablado de la gratitud a la Saga de Twilight, revelando como ella obtuvo suerte con el éxito internacional de los filmes de vampiros.

Hablando en una nueva entrevista con Telegraph, nuestra fashionista Twilight también habló como la famosa Saga le ha dado a ella la libertad de hacer pequeños films.

Kristen Stewart at the Twilight Eclipse photocall in LA

"Con Twilight todos en realidad obtuvimos suerte", ella dijo. "Es una cosa rara en una película, cuando pega y te da la libertad."

"Porque a causa Twilight podría hacer un film como Welcome to the Rileys"

La estrella además reveló como su familia quiere a los films de Twilight, y se emocionaron cuando ella obtuvo el papel protagonista.

"Ella estaba muy emocionada cuando conseguí el papel de Twilight", ella dijo de su madre, al escuchar las noticias. "Toda mi familia lo estuvo. Antes de Twilight ellos estaban como, "¿Por qué haces todas estas películas del Sundance que nadie verá?"

Pero después de hablar felizmente sobre su familia, K-Stew permaneció decididamente callada sobre su relación con Rob.

"No importa cuantas veces lo he hablado con alguien o que tan bien me conocen, solamente no voy a hablar de ello", dijo.

Fuente: CM

Nuevos stills de Alice

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Fuente: foforks